domingo, 15 de enero de 2012

Versos de la rebeldía: Ángela Figuera Aymerich


Inauguramos una sección en la que semanalmente se rendirá homenaje a los poetas que con sus versos han contribuido a la generación de una toma de conciencia, una poesía llamada de urgencia que conviene rescatar, rememorar y tener muy presente para enfrentarnos a los dilemas que se nos siguen planteando, esos que se repiten cíclicamente.

Junto a una breve retrato del poeta homenajeado, se incluirá uno o varios de sus poemas, que irán acompañados de audición. Gracias por recordarlos con nosotros.

ÁNGELA FIGUERA AYMERICH:
Poema "Balance"
En el año 2002 se celebró el centenario del nacimiento de esta mujer, oriunda de Bilbao, docente y poeta, rebelde en unos versos encendidos por la guerra civil, que marca profundamente su vida y su poética.

La falta de respeto por la vida, la ausencia de libertad, los bombardeos sobre las vidas nuevas e inseguras, frágiles, el grito inútil de tantas madres y el papel insignificante adjudicado a la mujer, son algunas de sus denuncias.

Los poemas seleccionados forman parte de su poemario Belleza cruel, un libro con el que Ángela Figuera quería "dar voz a los perseguidos, los desesperanzados, ponerse junto al hombre y acompañarle, ayudar a hacer puente entre hermanos separados", como recuerda su hijo, Juan Ramón Figuera, en las primeras páginas de la edición que de esta obra preparó Torremozas para conmemorar el centenario de su nacimiento.

Esta obra apareció por primera vez en el verano de 1958 en México, publicada por la Compañía General de Ediciones y le mereció el Premio de Poesía Nueva España, otorgado ese mismo año por la Unión de Intelectuales Españoles en aquel país. De ella se conocía ya Mujer de barro, Soria pura y Los días duros, que era, a su vez, reedición, de sus, hasta el momento, tres obras mayores: Vencida por el ángel, Víspera de la vida y El grito inútil. Veinte años habrían de pasar para que Belleza cruel viese la luz en España.

La importancia de la obra viene subrayada por el prólogo que lo anticipa, firmado por León Felipe. El poeta se retractaría en este escrito de aquella maldición que encajó a los franquistas cuando partió al exilio, dejando a la tierra, a la patria, "sin canción". El poeta que mejor encarna quizá el destierro reconoce a una pléyade de jóvenes poetas como Ángela capaces de hacer resurgir el poder del salmo en España, y le dirige estas sinceras palabras: "Nosotros no nos llevamos el salmo", dice, "De este lado nadie dijo la palabra justa y vibrante. Hay que confesarlo: de tanta sangre a cuestas, de tanto caminar, , de tanto llanto y tanta injusticia...no brotó el poeta. Y ahora estamos aquí, del otro lado del mar, nosotros, los españoles del éxodo y del viento, asombrados y atónitos oyéndoos a vosotros cantar: con esperanza, con ira, sin miedos".

La voz de Ángela Figuera suena junto con las de Dámaso Alonso, Blas de Otero, Gabriel Celaya, Victoriano Crémer, Eugenio de Nora, Leopoldo de Luis,... aquellos que se quedaron para participar muchas de las veces de un exilio interior, no exento de fruto, en la vieja hacienda que parecía haber quedado muda y estéril...




LIBERTAD


Crecieron así seres de manos atadas.
Empédocles

A tiros nos dijeron: cruz y raya.
En cruz estamos. Raya. Tachadura.
Borrón y cárcel nueva. Punto en boca.

Si observas la conducta conveniente,
podrás decir palabras permitidas:
invierno, luz, hispanidad, sombrero.
(Si se te cae la lengua de vergüenza,
te cuelgas un cartel que diga “mudo”,
tiendes la mano y juntas calderilla.)

Si calzas los zapatos según norma,
también podrás cruzar a la otra acera
buscando el sol o un techo que te abrigue.

Pagando tus impuestos puntualmente,
podrás ir al taller o a la oficina,
quemarte las pestañas y las uñas,
partirte el pecho y alcanzar la gloria.

También tendrás honestas diversiones.
El paso de un entierro, una película
de las debidamente autorizadas,
fútbol del bueno, un vaso de cerveza,
bonitas emisiones en la radio
y misa por la tarde los domingos.

Pero no pienses “libertad”, no digas,
no escribas “libertad”, nunca consientas
que se te asome al blanco de los ojos,
ni exhale su olorcillo por tus ropas,
ni se te prenda a un rizo del cabello.

Y, sobre todo, amigo, al acostarte,
no escondas “libertad” bajo tu almohada
por ver si sueñas con mejores días.
No sea que una noche te incorpores
sonambulando “libertad”, y olvides,
y salgas a gritarla por las calles,
descerrajando puertas y ventanas,
matando los serenos y los gatos,
rompiendo los faroles y las fuentes,
y el sueño de los justos, porque entonces,
punto final, hermano, y Dios te ayude.




BALANCE

Es hora de echar cuentas. Retiraos.
Dejad ese bullicio del paseo,
la mesa del café, la santa misa,
y el bello editorial de los periódicos.
Entrad en vuestra alcoba. Echad la llave.
Quitaos la corbata y la careta,
iluminad el fondo del espejo,
guardad el corazón en la mesilla,
abríos las pupilas y el costado.
Poneos a echar cuentas, hijos míos.

Tú, invicto general de espuela y puro,
echa tus cuentas bien, echa tus cuentas.
Toma tus muertos uno a uno, ciento
a ciento, mil a mil, cárgalos todos
sobre tus hombros y desfila al paso
delante de sus madres.

Y tú, ministro, gran collar, gran banda
de tal y cual, revisa, echa tus cuentas.
Saca tu amada patria del bolsillo
como un pañuelo sucio sin esquinas.
Extiéndelo y sonríe a los fotógrafos.

Y tú, vientre redondo, diente astuto,
devorador del oro y de la plata,
señor de las finanzas siderales,
echa tus cuentas bien, echa tus cuentas,
púrgate el intestino de guarismos
y sal si puedes que te dé la lluvia.

Tú, gordo y patriarcal terrateniente
esquilador de ovejas y labriegos.
Tú, cómitre del tajo y la galera,
azuzador de brazos productivos.
Tú, araña del negocio. Tú, pirata
del mostrador. Y tú, ganzúa ilustre
de altos empleos, ávida ventosa
sobre la piel más débil, echa cuentas,
medita y examínate las uñas.

Y tú, señora mía y de tu casa,
asidua del sermón y la película,
tú, probo juez de veinte años y un día,
tú, activo funcionario de once a doce,
y tú, muchacha linda en el paseo;
tú, chico de familia distinguida
que estudias con los Padres y no pecas.
Y tú, poeta lírico y estético,
gran bebedor de vino y plenilunios,
incubador de huevos de abubilla
en los escaparates fluorescentes,
sumad, restad, haced vuestro balance,
no os coja el inventario de sorpresa.

Tú no, pueblo de España escarnecido,
clamor amordazado, espalda rota,
sudor barato, despreciada sangre,
tú no eches cuentas, tienes muchas cifras
de saldo a tu favor. Allá en tu día,
perdónanos a todos nuestras deudas,
perdónanos a todos en tu nombre
y hágase al fin tu voluntad
así en España
como en el cielo.

1 comentario:

  1. Magnífico. Tanto el texto sobre Ángela Figuera y sus poemas, como la interpretación de Auralaria.

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